LAS SIETE ÚLTIMAS PALABRAS DE CRISTO EN LA CRUZ
FRANZ JOSEPH HAYDN composición original para cuarteto de cuerda
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Constituye Haydn un ejemplo histórico de músico comprometido e imbuido de la esencia musical religiosa, con un empeño sacro que trasciende el mero encargo, para ornamentar sus composiciones de una espiritualidad más allá incluso de lo esperado.
La religiosidad de Haydn fue a la vez causa y efecto de su propia música, al encontrar en ella, como muchos otros, el camino que desemboca en el arte, aderezando sus composiciones religiosas de un misticismo casi íntimo. Este misticismo, típico del carácter religioso español fue recogido por el compositor de una forma genial en su concepción de “Las siete palabras de Cristo”.
Por encargo del canónigo de Cádiz, Haydn compone una obra hermosa evocadora de las últimas frases de Cristo en la Cruz. : “Hace quince años que el canónigo de Cádiz me pidió hacer música instrumental para las siete palabras de Cristo en la Cruz (...) Después de la introducción, subió el obispo al púlpito, pronunció una de las siete palabras y habiendo terminado bajó y se arrodilló ante el altar. Esta pausa fue completada por la música y así una y otra vez hasta la conclusión..."
Con estas palabras explica el propio autor la naturaleza de su encargo, concebido originalmente por el compositor como cuarteto de cuerda, obteniendo de esta forma su más fácil difusión en templos durante las celebraciones propias de la Semana Santa. La génesis la constituye la cofradía de la Madre Antigua que se reunía para orar en la Iglesia del Rosario de Cádiz. Los miembros de la Cofradía descubrieron casualmente una cueva subterránea, y decidieron continuar en ella sus meditaciones, por lo que suele encontrarse en muchos textos la alusión al canónigo de la Santa Cueva como instigador del encargo musical, en referencia a Don José, al frente de la preciosa Iglesia del Rosario. Conocida como Capilla del Santísimo Sacramento el padre José ornamentó la Iglesia con cuadros de Goya: La multiplicación de los panes los peces, El convite nupcial y La última cena. Era necesario por tanto crear una pieza musical a la altura que acompañara el Viernes Santo la oración. Dicho encargo se hizo efectivo por la mediación de los marqueses de Méritos y Ureña. Como resultado Haydn elabora una pieza de misticismo evidente, que favorece el sosiego espiritual y evoca su motivo. A las palabras de Cristo en la cruz, une Haydn una introducción y una parte final que denomina “Terremoto” de gran dificultad de ejecución, que necesita unos intérpretes de nivel virtuoso, creando así un conjunto completo con un carácter evidente. El discurso instrumental convierte la obra en una secuencia de escenas de gran contenido lírico y de una magistral belleza que lo convierten en una excepcional obra de arte.